Las otras siempre son las malas de la película, y las oficiales, las legales, las que se pueden presentar en sociedad y compartir techo sin esconderse son las buenas, las sufridas, las víctimas, y a veces también las tontas. Raras veces las oficiales desconocen la existencia de la otra, si es que ésta es de larga duración. Las otras claro que saben de la oficiales, a veces hasta demasiado.
Una vez leí un poema, éste, sin saber de quién era. Lo había escrito Idea Vilariño, esta señora de la foto que mira desafiante. Y muchos más que formaron un libro entero que dedicó a Onetti, J.C en sus diarios. Se conocieron en el 50 y tuvieron un amor tremendo, de idas y venidas, de te insulto y te deseo, de ni contigo ni sin ti. Ella vivió sola, casi siempre, decía que era por elección, que él era celoso y obsesivo y ella necesitaba desarrollar su obra, viajar, vivir por su cuenta. La dictadura le detuvo en el 74, y a su salida de la cárcel se vieron por última vez en Montevideo, pero ya no eran amantes. Tiempo atrás él la amenazó con dejarla si acudía a una asamblea convocada por el asesinato de un profesor del Instituto donde ella trabajaba. Cuando volvió, se encontró una nota llena de insultos y la promesa cumplida. Se vieron una vez más quince años después en Madrid, donde él estaba exiliado. Quince días antes de morir, Onetti le escribe una carta en la que le cuenta que ha soñado con ella, un sueño erótico. La contestación a esta carta llegó cuando Onetti ya había muerto, muerto él. Lo que sintió Idea Vilariño al enterarse de la noticia lo había adivinado al escribir ese poema, Ya no. Para ella fue la dedicatoria de su libro Los Adioses.
Durante todo ese tiempo, toda esa vida, toda esa historia de amor tormentoso, Onetti siempre estuvo casado. Se casó cuatro veces, y el último matrimonio duró 40 años. Él prometió a Dolly que era para siempre, y ella supo que no iba a ser la única, que era absurdo pensar que iba a serlo. Dicen que consintió que Onetti y Vilariño pasasen juntos un día (y su noche) a la semana, nadie quería mentir y nadie estaba engañado. Onetti contaba a Dolly sus encuentros con otras mujeres. Tiempo después de la muerte de Onetti, Dolly concede una entrevista en la que le preguntan por esa visita de Idea a Onetti en Madrid. Ella cuenta que ese encuentro fue muy importante para él, que la Vilariño fue su relación más apasionada, que la poeta era una intelectual a la altura de su marido. ¿Qué se dijeron?, preguntó el periodista. Cuando llegó yo me fui. Estuvieron juntos, solos, contestó Dolly.
Y yo sigo sin saber si esta mujer es la más tonta o la más lista del mundo.
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