jueves, marzo 11, 2010

In treatment


Es bajita, ciencuentay, pelito corto, gafas. Se sienta detrás de una mesa en un cuarto con luz tenue, y calorcito. Para no faltar al cliché tiene también un diván. Yo no me tumbo porque conociéndome me quedo sopa. Tú te sientas delante de esa mesa, y estableces un monólogo con ella, Emily. Es algo así como una entrevista de trabajo pero en vez de destacar tus virtudes para que te contraten cuentas tus miedos y mierdas varias para que te traten. Parecido pero no igual. Aquí, por ejemplo, puedes llorar, en una entrevista de trabajo queda raro. De vez en cuando haces una pausa para ver si vas bien y te contesta un silencio. No te pregunta, tú no preguntas. Será por eso que abunda tanto la gente que habla y habla de sí misma sin preguntar al de enfrente, porque van a terapia. De hecho la mayoría de los hombres debe ir a terapia.

Tengo que volver esta tarde. Y no me apetece. Nada. ¿Es esto una señal de que no me enfrento a mis problemas? ¿Existe una vida sin zozobras mentales? Supongo que si soluciono ciertas cosas ahora tendré otras distintas por resolver en el futuro. Esto es como tener una visa, que parece útil pero al final siempre estás pagando. Supongo que esto lo he pensado por el dineral que me tengo que gastar en esto. Uf.

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