Periquita tenía un novio y el novio un amigo. Partían hacia un lejano país y antes de eso quedamos a ver una obra de teatro. No me gustó. La obra, digo. Luego cañitas. El amigo del novio de Periquita me cuenta lo emocionado que está con el viaje. Que no es la mejor época de su vida, no tiene trabajo. Pero que confía en encontrarlo a la vuelta porque la vida por sí misma te provee, preocuparse es una pérdida de tiempo y de energía. Me pareció, tres cañas mediante, que era estupendo disfrutar de la vida ante esa situación en vez de angustiarse por algo que necesariamente se arregla con el tiempo. Le cuento esto mismo. Sonríe complacido.
Un mes después el novio de Periquita y su amigo regresan del país lejano. Lo celebramos con una cena en mi casa. Porque Periquita no es muy cocinera y porque a mí me apetecía que viniesen y contasen su viaje. Vinieron cargados de fotos, vídeos y aventuras. Fue divertido, contaron. All fun, no problems. Ningún problema de convivencia. Y si habían surgido, pues los habían hablado, con el corazón con la mano, claro, y se habían resuelto. La meditación y la sinceridad son armas infalibles. Toda una lección de vida.
Periquita y su novio se van. El amigo del novio de Periquita amaga pero no termina de irse. Se pone incluso el abrigo. El dintel de la puerta se convierte en un muro infranqueable. Cierra la puerta. Se sienta en el sofá. Le pongo una copa, otra para mí.
Ohmmmmm.
Pasan dos días y se va. A otra ciudad. Hablamos por teléfono. Mucho. Desproporcionadamente en función de la noche. Me cuenta cosas. De él, de la luna, de las estrellas, del universo, de la energía que tiene que fluir. De cómo superarse uno mismo. Cómo ser luz en la vida de los demás. Cómo.
Vuelve a mi ciudad. Anuncia su llegada pero no llama. Llamo yo (error). Viene a verme. Se queda. Siento que la energía está en un atasco de salida de Madrid en Semana Santa. Intento desviarme por una secundaria, pero no encuentro los atajos. Se lo digo, no lo entiende, me contesta cosas raras. Otros dos días después, renqueante, la visita llegó a su destino. Se llevó en su mochila, de regalo, sin saberlo, una oración japonesa. Ware soku kami nari.
Al día siguiente le sorprende el regalo en su mochila. Y a mí que mi móvil sólo recibiese un mensaje cobarde.
lunes, febrero 01, 2010
Historias de lo que pudo ser y no fue. El Místico
Etiquetas: qué cosas, te lo digo, fotos, flashes
cosas de la vida
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Sin miedo a adentrarme en lo ajeno y con la retórica que señala la ignorancia, te contaré que una mañana, demasiado temprano como para considerar que era día, me encontré sentado en el suelo del andén de una estación. Esperé y esperé sumando minutos que daban como único resultado medidas de tiempo más amplias, solo el chasquilleo de aquel fluorescente a punto de morir denotaba, de forma paradójica, algo de vida. Mi “yo feliz” se acercó, se sentó a mi lado y me preguntó por aquella situación. Yo contesté que no sabía si mi problema era que el tren que esperaba no llegaba o si ya había pasado y lo había perdido. Entonces me explicó que por allí no pasaría ningún tren, que era un simple problema de estática, que cada uno debemos ser la locomotora de humo, dulces y chocolate que tira de nosotros mismos y son los demás los que suben y bajan de nuestro tren. Que la vida es como el agua, que si se estanca, acaba siempre podrida. En ese momento desperté y observé como se escapaba mi metro. Yo llegué tarde al trabajo y mi “yo feliz” me sigue esperando en un bar.
ResponderEliminarAmiga, no lo pienses y sigue nadando hacia el mar abierto.
(El Retra)
Leido lo que ha escrito El Retra, y echando la vista atras recuerdo la de veces que nos encontramos en una estación, no sabiendo si esperamos a subir o esperamos a que, con dolor o alivio, dejamos que bajen de nuestro tren.
ResponderEliminar"El mistico", cogio el tren equivocado, o equivocado estaba al coger el tren, hay veces que a quien dejamos subir no sabe sentarse en los asientos, ¿culo de mal asiento? o el tren que creían haber cogido no lleva a la estación "felicidad 100%".
Nuestro tren tiene tantas estaciones como piedras en el camino.
Amigos, nosotros ponemos el nombre al tren y tantas estaciones como queramos.....
Queridos Retra y Periquita: No sabéis qué feliz me hacen estos comentarios! qué filosófocos estáis, no os reconozco.Tendré que pensar respuestas a la altura de vuestros comentarios...pero ahora me tengo que ir
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